Sígueme, y estaré siempre contigo y te daré salvación y vida eterna.


Que  promesa  tan  preciosa  es  ésta;  que  si  seguimos  a  Jesús,  él es  fiel  para  cumplir  todo  lo  que  nos  ha  dicho,  y  así  lo  hemos  visto,  él  murió  por tí,  resucitó  de  entre  los  muertos  y  está  sentado  a  la  diestra  del  Padre,  esperando  por  cada  uno  de  nosotros,  que  nos  decidamos  a  seguirlo.  Veamos:
JUAN  Jesús  nos  dice  hoy:
8:12  Yo  soy  la  luz  del  mundo;  el  que  me  sigue,  no  andará  en  tinieblas,  sino  que  tendrá  la  luz  de  la  vida.
12:26 Si  alguno  me  sirve,  sígame;  y  donde  yo  estuviere,  allí  también  estará  mi  servidor. Si  alguno  me  sirviere,  mi  Padre  le  honrará.
17:24 Jesús  pide  al  Padre: Aquellos  que  me  has  dado,  quiero  que  donde  yo  estoy,  también  ellos  estén  conmigo, para  que  vean  mi  gloria  que  me  has  dado; porque  me  has  amado  desde  antes  de  la  fundación  del  mundo.

REFLEXION
Hoy  quiero  que  pienses  a  quién  estas  siguiendo  en  tu  vida.  No  sé  a  quién : El  dinero,  a  Obama,  a  Donald  Trump, al  papa,  a  Bin Laden,  a  Walter Mercado.., el Divino  Niño , la  virgen  María ?  Sólo  tú lo sabes, Pero  déjame  decirte  que  ninguno  de  los  anteriores  personajes  te  darán  salvación  y  vida  eterna,  sólo  si  sigues  al  Pastor  de  los  Pastores,  Cristo  Jesús,  encontrarás  descanso  a tu  alma,  salvación  y  vida  eterna.
Si  aún  no  has  tomado  la  decisión  de  seguir  a  aquel  que  solo  tiene  palabras  de  vida  eterna, HOY  ES  EL  DIA  para  que  tomes  la  mejor  decisión  de  tu  vida,  y  para  ello  te  invito  a  que  lo  recibas  y  aceptes  en  tu  vida.
Oremos: Padre  te pedimos  perdón  por  no  recibirte  por  haberte  despreciado,  pero  hoy  decidimos  seguirte  como  un  día  lo  hizo  Mateo,  Juán  , queremos  heredar  la  vida  que  tu  nos  has  prometido,  lávanos  con  tu  sangre  preciosa,  escribe  nuestros  nombres  en  el  libro  de  la  vida  allá  en  el  cielo.
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo,
que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.
Y se levantó y le siguió.

Mateo 9:9.
Sígueme
       ¡Solamente una palabra, pero todo un programa! Cuando Jesús estaba en la tierra dirigió esta orden a varias personas. Si Jesús las invitaba a seguirle, era porque él mismo caminaba. ¿Por qué, pues, andaba? No podía descansar o detenerse en un mundo donde reinaba el pecado. Así debe entenderse el versículo 58 de Lucas 9: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”.

       Seguir a Jesús implica un punto de partida. Es el día en que alguien se da cuenta de que está alejado de Dios; entonces, para ser salvo, pone su confianza en la sangre de Jesucristo derramada en la cruz. Así pasa a ser un redimido del Señor; en pocas palabras, llega a ser cristiano: éste es el punto de partida.

       Seguir a Jesús también implica una meta: la casa del Padre. El Señor resucitado precedió a los creyentes en ese lugar bienaventurado. Éstos tienen la esperanza de estar para siempre con aquel que los amó hasta la muerte (Juan 14:1-3). Pero entre la partida y la llegada hay un camino en el cual se sigue a Jesucristo. El Señor conoce todas las dificultades que encontrarán aquellos a quienes llama. A nadie prometió un camino fácil, pero según su promesa, estará con cada uno de los suyos, tanto en los días buenos como en los malos.

       En nuestra sociedad donde la soledad es cada vez más un problema, ¿conoce usted a Aquel que le invita a disfrutar de su compañía? 

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