RUT: MADRE DE LA REALEZA

RUT: MADRE DE LA REALEZA


Rut, uno de los libros más amados en toda la Biblia, sobresale como la historia de una asombrosa mujer no-judía cuyo amor y lealtad la elevaron a la destacada posición como "madre de la realeza" en el linaje del Mesías. La tradición judía nos dice que es el relato de una joven de trasfondo algo desconocido, pero cuya virtud y bondad la influenciaron a quedarse con su enviudada suegra, a dejar atrás una posible herencia real y aceptar al Dios de otro pueblo que era enemigo de su propio pueblo desde tiempos pretéritos.

Es un libro de optimismo y esperanza, además de enajenamiento y amargura. A pesar de sus circunstancias, la bella joven Rut fue modelo de conducta noble y fe transformadora. Al acompañar a Noemí, pasó de ser princesa a ser mendiga gentil y marginada. Pero su viaje la sacó de Moab y la llevó a Judea, y allí encontró su redención.

Una Historia de Redención

El libro de Rut es frecuentemente caracterizado como un libro de redención. Algunos dirían que es un relato centrado en la lealtad, y otros la llamarían una historia de fidelidad. Hoy día, muchos cristianos se identifican con la historia por ser quienes dejaron atrás su enseñanza tradicional de la Teología del Reemplazo y se unieron al pueblo judío, así como lo hizo Rut.

Pero los eruditos judíos enseñan que el mensaje central de esa increíble narrativa es el jésed (la bondad o misericordia). El camino a la redención es esa bondad, dicen ellos, y el libro de Rut es una compleja historia del jésed de Dios, Su tierno amor y Su fidelidad al pacto representado por medio de sorpresivos personajes. El Talmud, comentario rabínico sobre la tradición judía y las Escrituras Hebreas, dice: "Este rollo [de Rut] no habla sobre leyes de pureza o impureza, ni sobre lo que está permitido o prohibido. ¿Por qué fue escrito? Para enseñar sobre la recompensa a aquellos que son bondadosos con los demás."

El libro de Rut es importante en la tradición judía y su liturgia. Es leída anualmente durante Shavuot (Pentecostés), fiesta que celebra el momento en que Dios entregó la Torá (Génesis a Deuteronomio) a Israel. A través de las generaciones, los rabinos se han preguntado por qué el libro se lee durante esa fiesta y no otro libro bíblico. Claro está, hay muchas respuestas.

Algunos dicen que es porque la historia se desarrolla durante la cosecha de la cebada, y Shavuot es la fiesta de la cosecha de cebada. Otros dicen que es para que recordemos que la Torá sólo puede llegar a ser parte de la persona cuando uno atraviesa sufrimiento y aflicción; o que el profeta Samuel redactó la historia para preservar la genealogía del rey David. También se dice que David nació y murió en Shavuot. Sin embargo, otros han dicho que cuando la Torá fue dada a los antepasados, eran recién convertidos a Dios y les requirió ser circuncidados e inmersos en agua para poder recibirla. Por lo tanto, es apropiado leer la historia de la conversa Rut, quien llegó a ser madre de la realeza de Israel porque es como si Israel le dijera a ella: "Todos éramos conversos en ese momento."

Sea cual fuese la razón, el libro de Rut ha sido el foco de atención de muchos eruditos e historiadores, y existe mucha información para ayudarnos a comprender dicha historia y sus implicaciones a un nivel más profundo. En este Estudio, vamos a ver cómo la tradición judía interpreta ese asombroso relato y cómo ha impactado su historia.

El Contexto del Tiempo y Lugar

El relato se desarrolla durante el tiempo en que los jueces gobernaban el antiguo Israel. Rut 1:1 nos dice que en esos días había una terrible hambruna en la tierra, y un hombre de Belén fue a vivir a Moab con su esposa y sus dos hijos. Pero podemos comprender eso mejor si leemos el último verso del libro anterior en Jueces 21:25, que dice: "En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos."

En otras palabras, el hambre que afligía a Israel no era meramente físico, sino también espiritual. Los israelitas se habían alejado de las expectativas de Dios. No habían eliminado a los dioses paganos, sino que habían adoptado las costumbres y la moralidad de las tribus cananeas del área. A través de todo el libro de los Jueces, Israel vaciló entre la derrota y la victoria, entre la pobreza y la plenitud, entre la guerra y la paz, a medida que luchaba por librarse del dominio férreo de la desobediencia, idolatría y prácticas paganas que les atormentaban desde los días del becerro de oro.

Los rabinos también señalan que el hambre era causado por la sequía, y en la narrativa bíblica, sequía a menudo venía como resultado de su desobediencia. Quizás ese período de extrema dificultad provino de su Dios amoroso, quien retuvo la lluvia para atraer a Sí los corazones de Sus caprichosos hijos.

Belén de Judea

El significado de Belén (o Beit Lejem) es "casa de pan" en hebreo, y Belén era precisamente eso. Literalmente era la fuente de pan para toda la región, un área agrícola que proveía grano para multitudes en Judea. La tradición dice que Belén fue fundada por Fares, el hijo que Tamar tuvo por medio de Judá, según registrado en Génesis 38. Se dice que la bendición de Dios cubrió a la comunidad porque Judá admitió su culpa cuando Tamar estuvo a punto de ser ejecutada por salir encinta de él. Los elegidos de la tribu de Judá residieron en Belén, el rey David nació y se crió allí, y los cristianos creemos que Yeshúa (Jesús) también nació allí. Tan bendecida fue Belén que los eruditos judíos dicen que cualquiera que entraba hambriento allí siempre salía satisfecho.

Aunque era relativamente una pequeña comunidad, fue un centro de importancia material y espiritual, y la historia judía enseña que el esposo de Noemí, Elimelec, era un distinguido ciudadano de Belén. Era un líder, una autoridad y un príncipe en la tribu de Judá, posición que pudo haberle asegurado un lugar en la historia de entre los grandes hombres de Israel. Sin embargo, su decisión de abandonar al pueblo que había sido encomendado a dirigir y proteger lo marcó para siempre como entre los líderes que los profetas reprendieron por su egoísmo e infidelidad al llamado de Dios.

Moab

Moab era una región que se extendía a lo largo del lado este del Mar Muerto. Aunque no se conoce el número exacto de habitantes que residía allí, se cree que era densamente poblada y que era muy fértil y próspera, evidenciado por sus numerosas ciudades y pueblos. Como en otras partes del Medio Oriente, el agua era un problema constante, y el flujo de los ríos y riachuelos de Moab dependían de las lluvias invernales.

Los habitantes eran familiares cercanos de los israelitas porque descendieron de Lot, sobrino de Abram (Gén. 19:36-37). Su religión, aunque politeísta, era centrada en el dios pagano Quemos. Esa falsa deidad es frecuentemente mencionada en las Escrituras Hebreas (Ej. 1 Reyes 11:7) y, como su contraparte Moloc en Amón (al norte de Moab), exigía de ellos el sacrificio humano para su propiciación. Aunque los moabitas adoraban a Baal y dioses de menos categoría, sacrificaban niños en el altar de Quemos.

Los moabitas dependían de la agricultura, y su historia está repleta de batallas y campañas militares, muchas contra sus vecinos israelitas. El libro de Números nos dice que sus problemas con Israel comenzaron durante el éxodo desde Egipto cuando Moisés pidió permiso para atravesar su tierra de manera pacífica. El rey moabita no sólo les rehusó el paso, sino que hizo alianza con los madianitas y pidió al vidente Balaam que maldijera a los israelitas y trajera fin a sus esfuerzos por establecerse en la Tierra Prometida.

Fue por esa falta de hospitalidad y la intención de maldecir a Israel que Dios proclamó a los moabitas como irredimibles. Siempre tendrían que permanecer como extraños, y nunca se les permitiría ser parte de la nación de Israel. Los rabinos señalan que esa prohibición aplicaba sólo a los hombres moabitas, a quienes se les prohibía casarse con mujeres judías o convertirse al judaísmo.

De las 45 ciudades principales de Moab mencionadas en la Biblia y otros documentos históricos, se piensa que Kir fue la ciudad más importante y el centro de su gobierno. Allí fue donde el rey vivía y mantenía su corte, donde aprobaba las leyes, recolectaba los impuestos, y donde los sumos sacerdotes administraban los templos paganos con prostitutas, adoración orgiástica y sacrificio infantil. Según los eruditos judíos, allí fue donde el rey Eglón y su familia real vivió en gran opulencia y donde se criaron las dos princesas, Rut y Orfa.

Dos Moabitas y Dos Israelitas

Rut - Es difícil imaginar que una cultura como la de Moab pudiese producir una mujer de tanta ternura y misericordia como Rut. El Talmud enseña que los moabitas eran borrachones y tacaños, sin sentido de gratitud. Eran mentirosos e ingratos, lejos de ser reconocidos por su bondad. Pero Rut evidenció todo lo opuesto a su herencia familiar: demostró bondad, misericordia, humildad, gentileza, altruismo e integridad.

Los rabinos dicen que la razón es simple. Abraham, padre del pueblo judío, era único entre los hombres por su bondad y benevolencia. Mientras viajaba de un lugar a otro, difundió su misericordia y generosidad, influenciando al mundo con el bien y enseñando a otros que imiten esas cualidades. Lot, su sobrino, lo acompañó dondequiera y ciertamente fue influenciado por su tío. Sin embargo, esa semilla nunca fue sembrada en los descendientes moabitas de Lot. Pareció permanecer adormecida por siglos. Y durante el período de los jueces, esa característica inusual de bondad, mezclada con humildad y honestidad, también desvaneció en Israel.

Rut, según la tradición judía, era descendiente de Abraham y Lot, y heredera de las enseñanzas de Abraham sobre la bondad y la misericordia. Esa semilla, plantada durante generaciones previas, por fin brotó en su interior con radiante belleza. Siendo abuela del rey David y parte del linaje mesiánico, su papel fue el de restaurar las cualidades de humildad, integridad, amor y fidelidad al pacto en Israel.

Orfa - La enseñanza cristiana presta muy poca atención a Orfa excepto para decir que Rut tomó la decisión correcta y Orfa la incorrecta. Cuando se alejó de Noemí, desapareció de las páginas de la historia. Sin embargo, la tradición judío añade mucho más. Lo siguiente proviene de las páginas de Internet en Torah.org.

"…Orfa…cayó, y cayó lejos. Noemí comprendió que sin su influencia, Orfa podría resbalar. Cuando Noemí inicialmente envió de regreso a sus nueras, las besó. Como señala [el Talmud], ese beso no era una mera expresión de emoción, sino que constituía un ritual. El aliento de Noemí transmitió a Orfa algo de su propio espíritu que le debería acompañar en su propia vida entre los ídolos de Moab. Cuando Orfa se fue, le devolvió el beso porque ya no quería saber más de Noemí ni de su Dios. Regresó, y comenzó una nueva vida. Pero, lo que aprendió en la casa de los judíos nunca se le olvidaría; se puede decir que la persiguió; no la dejó dormir. Sólo podemos imaginar el sentido de frustración, ira y auto-desprecio que Orfa experimentaría al regresar al ambiente en que se crió, pero que ahora le parecería extraño; quizás le daba hasta repugnancia y asco. Pero ya era tarde; su decisión fue final y no la podía deshacer."

Los eruditos judíos señalan que las personas que han tomado esa decisión de alejarse de lo que reconocen como bueno y recto a menudo experimentan una profunda sensación de fracaso, a veces acompañado de auto-desprecio y derrota. Tal decisión los conduce a una extrema degradación con la intención de auto-castigarse por sus acciones. Tal fue el caso de Orfa, según sus narrativas pintorescas. Cayó en una vida de libertinaje que ni siquiera los moabitas la aceptaron. Fue echada de Moab y terminó en la tierra de los filisteos, donde parió a hijos fuera del matrimonio y eventualmente fue abuela de Goliat.

Noemí - El libro de Rut nos pinta muchos cuadros, pero ninguno es tan colorido como el de Noemí. El rabino I. Z. Lipowitz dice así:

"Un rayo de bondad amorosa iluminó el camino de esas dos hijas de Moab…El Libro de Rut no revela la naturaleza de la vida de esa familia. Pero la devoción apasionada de sus nueras hacia la madre de sus difuntos esposos nos permite valorar la pureza y el calor que llenaban la vida familiar de esas dos aristócratas de Judá. De otra manera, el fuerte lazo que unía a las mujeres de esa familia sería totalmente incomprensible…La influencia mayor, sin embargo, emana de Noemí. Ella era refinada en palabra y obra. Orfa y Rut fueron atraídas a ella como los planetas rodean el sol."

Existen muchos eventos que pudieron haber influenciado la historia de Rut para darle un final muy diferente. Nadie, ni los rabinos, han expresado que Noemí fue partícipe en la decisión de Elimelec para abandonar el pueblo de Belén y pasar la hambruna en Moab. Los eruditos son unánimes en condenar a Elimelec, pero nunca ha habido una inferencia acerca de la reacción de Noemí por esa decisión. Huir era una cosa, ¿pero a Moab? Esa decisión aparentemente alocada pudo haber creado algún tipo de conflicto matrimonial, o por lo menos una esposa muy infeliz, pero no hay indicación de que Noemí reaccionara negativamente. Más aún, la amargura y la decepción que pudo haber generado la decisión de sus hijos por casarse con mujeres moabitas tampoco se puede detectar.

La decisión de sus hijos por casarse con extranjeras pudo haber sido otra píldora amarga para Noemí. Las mujeres moabitas eran muy diferentes a las mujeres de Israel. Aunque muchos judíos se habían alejado de su ideal bíblico, la fábrica social del pueblo en muchas maneras fue forjada con principios bíblicos. Las mujeres judías vestían y actuaban modestamente; la fornicación y el adulterio no eran comunes. La adoración a Dios implicaba una interacción personal y comunitaria con el Dios del universo, y en ninguna manera incorporaba las prácticas aborrecibles de prostitución en el templo o el sacrificio humano. Las mujeres judías eran guardadoras del hogar, pero tenían permiso para ser propietarias y disfrutar derechos de herencia, mientras que las mujeres moabitas no conocían tales privilegios. En otras palabras, la diferencia que distanciaba a esa mujer israelita de sus nueras no podía sido mayor.

Diez años luego, encontramos que las tres se encontraban juntas en la carretera hacia Judea. Y fue Noemí quien intentó convencer a esas mujeres moabitas que regresaran a su tierra y su pueblo. Los rabinos dicen que había varias razones por la conducta de Noemí. Primero que nada, ella sabía que se les haría difícil a Rut y Orfa encontrar esposos en Judea. Pero también pudo haber reconocido que el pueblo de Judea no las aceptarían fácilmente. ¿Podrían los ciudadanos comunes de Belén ignorar su despreciable exterior como moabitas extranjeras para verlas como fuertes y bondadosas mujeres, a quienes Noemí había llegado a amar?

Noemí también conocía que una simple relación personal con su suegra no sería suficiente para sostener a Rut y Orfa si fuesen víctimas de rechazo e intolerancia. Requeriría más que consideraciones personales para sobrellevar tal adversidad. Sólo un deseo verdaderamente recto de refugiarse bajo las alas del Todopoderoso podría hacer que sus nueras soportaran lo que les esperaba en Judea. Noemí claramente amaba a ambas mujeres, pero dejó a un lado su dolor personal de haber perdido a los hombres de su vida, y escogió separarse de quienes más quería por el bien de ellas. De la misma manera en que Rut demostró jésed o misericordia, Noemí también lo demostró.

Ambas Orfa y Rut amaban a Noemí. Pero la relación de Orfa no fue más allá de un contacto personal, y cuando fue enfrentada por posibles dificultades, decidió tomar el consejo de Noemí y regresar a su pueblo. Pero Rut era motivada por un ideal espiritual que la condujo más allá de su preocupación por su felicidad o vida personal. No tan sólo amaba a Noemí, sino que amaba al Dios de Noemí. Noemí era su maestra y ejemplo. Su suegra le enseñó a amar y adorar al Dios de Israel, y Rut se sintió segura en imitar a Noemí. Por lo tanto, estas dos mujeres comenzaron a andar por un mismo camino. Ambas habían sufrido grandes pérdidas, y ambas necesitaban consuelo y solaz. Y cada cual se convirtió en fuente de bondad para la otra.

Booz – Según la historia judía, Booz era un hombre de grandeza, proveniente de una línea de ancestros aristocráticos. Era noble en pensamiento y acción, un hombre de gran integridad. Mientras algunos percibían a Rut como una moabita y extranjera, él pudo verla como un ser humano extraordinario y bello, y su humildad lo indujo a honrarla y respetarla. Noemí lo identificó como un hombre piadoso, sabio y tierno, un pariente cercano que la pudiera redimir a ella y a su yerna.

En el antiguo Israel, un pariente cercano era responsable por proteger los intereses de la familia extendida, proveyendo heredad al hermano que había fallecido. Tenía que redimir la tierra vendida fuera de la familia, o redimir al familiar vendido a la esclavitud (Deut. 25:5-10). La palabra para "pariente" en hebreo significa más que simplemente un familiar. También significa un defensor, vengador, alguien que compra, uno que rescata y redime.

Cuando Noemí instruyó a Rut para que fuera a la era de noche y le pidiera a Booz que extendiera su manto sobre ella en señal de pacto, Booz respondió con el mismo jésed que demostraron Rut y Noemí. Cariñosamente le explica que había otro pariente más cercano que él, pero que haría todo lo que estaba en su poder, porque estaba dispuesto a redimirla y ser su marido.

Cuando el pariente renunció a su derecho de redención, removió su sandalia según la antigua costumbre en señal de que renunciaba a su derecho de propiedad, y Booz felizmente se casó con ella. Entonces Rut, hija de Eglón, rey de Moab, se convirtió en Rut, hija de Noemí, esposa de Booz, amante del Dios Altísimo, abuela del rey David y "madre de la realeza" en el linaje del Mesías. Según los rabinos, esa era la recompensa por verdadera, pura y desinteresada bondad…jésed personificada.

"Adonde tú vayas, yo iré."

Hoy día, la inconmovible fidelidad de Rut hacia Noemí y el Dios de Israel simboliza para muchos el creciente amor y compromiso que tienen muchos cristianos hacia la nación y el pueblo de Israel. En ese sentido, Noemí representa al pueblo judío. Ella vivió exiliada en la diáspora de Moab, y el tiempo finalmente llegó para que regresara a su tierra ancestral. La decisión de Orfa por no reconocer al Dios de Noemí y no apoyarla en su decisión por regresar a Judea puede representar a muchos en este mundo que no apoyan el derecho de Israel a existir en su antigua tierra ancestral.

Y en muchas maneras, Rut puede ilustrar a muchos en la Iglesia que se han unido a Israel y rehúsan tornarse atrás. Existen algunas diferencias, claro está. Rut, siendo pagana, dejó atrás su religión para ser parte del mundo de Noemí. Los rabinos reconocen que su conversión fue verdadera y así pudo llegar a ser miembro fidedigno de la casa de Israel.

Sin embargo, los cristianos no somos llamados a dejar atrás lo que somos. No debemos dejar nuestra fe, sino que Yeshúa debe la base para que apoyemos a la nación y al pueblo de Dios. Y como Rut, el jésed (o la misericordia) debe ser el principio fundamental de nuestra relación. Nuestro pacto de amor y fidelidad expresado en amistad incondicional, forjado en sinceridad y respeto mutuo, debe ser lo que caracteriza nuestro camino juntos, así como caracterizó la relación de Rut y Noemí.

Siendo ese nuestro fundamento, podemos decir con honestidad: "No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios" (Rut 1:16).

Por Cheryl Hauer
Directora de Desarrollo Internacional

 

 

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