Un rostro sin velo

Un rostro sin velo
No encontraremos la gloria de Dios al copiar técnicas o al estudiar libros. No se puede entrar a su presencia al leer manuales sino al aprender a seguir a Emmanuel

 

Ser conocido por conocer a Dios

En su inmadurez, la iglesia procura ser conocida por muchas cosas. Intentamos ser conocidos por nuestra singularidad y nuestro énfasis particular. Algunos procuran que los conozcan por hablar en lenguas; otros, por buscar el reconocimiento por sus edificios o por sus programas de evangelización; otros, por promocionar su combinación particular de gobierno de la iglesia, o su programa de conferencistas especiales.

 

Este deseo de importancia y reconocimiento humanos creó muchas tradiciones eclesiales que no son bíblicas. No solamente nos separó los unos de los otros sino que nos separó de Dios. Pero los discípulos de hoy serán conocidos tan solo por una cosa: por conocer realmente a Jesús. Su presencia — no sus doctrinas acerca de Él sino su mismo Espíritu y su semejanza— acompañará sin ninguna inhibición a quienes siguen al Cordero.

 

Por cuanto su enfoque es Él, y solamente Él, Dios los acompañará con gran poder. Será común ver que ponen sus manos sobre los enfermos y se sanan instantáneamente. Estos milagros serán sólo una recompensa menor a una vida que se especializa en amar a Jesús.

 

Nuestra salvación no se basa en lo que nosotros hacemos sino en lo que Jesús llega a ser para nosotros. Sólo Cristo es nuestra justicia, nuestra virtud y nuestra fortaleza. Cuando ministramos, tenemos que hacerlo en el poder de Jesús o en verdad perderemos el tiempo. Nuestra confianza se tiene que basar en Él y no en nuestra propia capacidad. Tenemos que afirmarnos en el conocimiento que, si bien todas las cosas son posibles para los que creen, ¡separados de Él nada podemos hacer!

 

La presencia sagrada

Nuestro noble imperativo es despertar del sueño de nuestras tradiciones culturales; es buscar y encontrar la Presencia viva de Dios. El Todopoderoso tiene para cada uno de nosotros un llamamiento celestial, un alto destino de realización espiritual.

 

Nuestra esperanza no está basada en especulaciones o en expectativas irracionales. Nos viene directamente de la Palabra de Dios:

 

«Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:17-18 RVR-60).

 

Esta es la gloriosa esperanza de nuestro llamamiento: que cada uno de nosotros mire el rostro de Cristo sin velo, a cara descubierta. Pablo dijo: nosotros todos, mirando…la gloria del Señor. El plan de Dios nos incluye a usted y a mí, no solamente a apóstoles, profetas, visionarios y santos. La oportunidad —el privilegio santo— es remover el velo que nos separa de la presencia de Dios. Nuestra herencia es contemplar su gloria.

 

El antiguo pacto habla de dos velos. Uno era la gruesa cortina que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo dentro del templo. En el Lugar Santo se ofrecían diariamente a Dios los sacrificios en ritual de obediencia, pero en el Lugar Santísimo habitaba la sagrada presencia de Dios. En este pequeño recinto, el sumo sacerdote entraba solo una vez al año en el día de la Expiación. Esta era una experiencia que infundía temor.

 

Cuando Jesús murió, este velo se rasgó en dos, de arriba a abajo. Este hecho significaba la nueva apertura hacia la santa presencia Dios que Cristo consiguió. El hecho de que fue rasgado de arriba hacia abajo nos dice que el sacrificio de Cristo nos compró una completa redención. La rapidez con que ocurrió la rotura —se rasgó en el momento exacto de la muerte de Cristo— nos habla del intenso deseo del Padre por recibirnos de nuevo en su familia (cf. Mateo 27:51).

 

Pero hubo otro velo que Moisés utilizó para cubrir su rostro cuando salía de la presencia de Dios. Esto lo hacía a petición del pueblo que no podía resistir mirar la gloria de Dios que reflejaba el rostro de Moisés. Cristo también eliminó la necesidad de este velo. Dios ya no tendría un hombre que habitara en su sagrada presencia y el resto del pueblo fuera de la misma. El nuevo pacto nos hizo una comunidad de gloria: «Nosotros todos, mirando a cara descubierta… la gloria del Señor» (2 Corintios 3:18 RVR-60).

 

Pero, ¿qué exactamente es un velo? Es algo que cubre o esconde lo que de otra manera sería visible. Como ya lo mencioné, nuestras tradiciones religiosas que no acomodan la presencia de Dios pueden convertirse en un velo. ¡Qué terrible que las mismas cosas que hacemos para Dios sean los obstáculos que nos separen de Él!

 

«Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado» (v. 14 RVR-60).

 

¿Cómo podemos darnos cuenta que nuestras tradiciones se convirtieron en un velo entre nosotros y la presencia de Dios? En efecto, ¿cómo podemos salir de lo falso o de las tradiciones que nos enseñaron a venerar y honrar? La respuesta radica en la medida de nuestro amor por la Palabra de Dios y lo sensible que nuestro corazón sea a su voz. Cuando obedecemos su voz, comienza nuestro retorno a Dios.

 

«Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará» (v. 16 RVR-60). En este preciso momento usted está a solas con Dios. El simple hecho de volverse hacia Él quita el velo. Las Escrituras nos dicen que nadie puede llamar Señor a Jesús si no es por el Espíritu Santo. Dígaselo: Jesús, Tú eres mi Señor.

 

Vuelva su corazón hacia Él. No tenga temor. Recuerde que rasgar el velo en el templo fue idea de Él. Dios desea que usted se acerque. En el momento en que usted vuelva su corazón al Señor, el velo se quitará.

 

Señor Jesús, perdóname por mis muchas tradiciones. Especialmente, Señor, perdóname por vivir separado de tu voz. Yo remuevo mi velo y vuelvo mi corazón hacia tu viva presencia.

 

Adaptado del libro del Pastor Frangipane “Los días de Su presencia” – Disponible para la venta en Arrowbookstore en versión impresa y formato electrónico. 
www.frangipanehispano.org

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