La historia de Nehemías en el capítulo 6 ilustra el coraje y la fe que necesita un líder para enfrentar la oposición. En un contexto lleno de intrigas, amenazas y falsedades, Nehemías se mantuvo firme en su propósito y confianza en Dios, mostrándonos cómo perseverar en medio de las pruebas.
El Valor Frente a las Amenazas
Nehemías recibió advertencias sobre un supuesto complot para matarlo esa misma noche (Nehemías 6:10). Ante este escenario, muchos habrían cedido al miedo, pero él respondió con una valentía firme: “¿Un hombre como yo ha de huir?… No entraré” (Nehemías 6:11). Este acto refleja una confianza inquebrantable en Dios, quien le había encomendado su misión.
Como dijo el salmista: “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?” (Salmo 27:1). Nehemías vivió estas palabras, mostrando que el temor humano no tiene lugar cuando confiamos en el Dios Todopoderoso.
Discernimiento Espiritual
La propuesta de esconderse en el templo parecía razonable, pero Nehemías discernió que provenía de un enemigo. Reconoció que el miedo podría desacreditarlo y paralizar la obra que Dios le había encomendado (Nehemías 6:13). Este discernimiento es esencial para el creyente que busca cumplir con fidelidad la voluntad de Dios.
El apóstol Pablo advierte: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Nehemías encarnó esta enseñanza, rechazando las estratagemas del enemigo con sabiduría y confianza.
La Respuesta al Temor: Oración y Acción
Nehemías enfrentó cada desafío con oración. Ante las amenazas, clamó: “¡Oh Dios, fortalece mis manos!” (Nehemías 6:9). Esta breve súplica resume una profunda dependencia de Dios. No solo oraba, sino que actuaba con determinación, sabiendo que su fortaleza provenía del Señor.
El equilibrio entre oración y acción es un principio que se aplica a nuestras vidas. Mientras oramos por protección y guía, debemos también tomar medidas prácticas para cumplir nuestra misión.
Firmeza en la Misión
La carta de Sanbalat y Gesem invitaba a Nehemías a reunirse en el valle de Ono. Sin embargo, él respondió con claridad: “Estoy realizando una gran obra y no puedo ir” (Nehemías 6:3). Reconocía la importancia de su tarea y se negó a distraerse o abandonar su llamado.
Dios nos encomienda “grandes obras” a cada uno de nosotros. Puede tratarse de ministerios, familia o cualquier responsabilidad divina. Como Nehemías, debemos perseverar hasta completar lo que Dios ha puesto en nuestras manos, recordando que somos “mayordomos” responsables (1 Corintios 4:2).
Aplicaciones para el Creyente Hoy
-
Discernir las intenciones del enemigo. No todas las oportunidades son de Dios; algunas son trampas disfrazadas. El creyente debe orar por sabiduría para distinguir entre lo bueno y lo mejor.
-
No temer a las amenazas. Las dificultades son inevitables, pero nuestra confianza en Dios nos permite enfrentarlas. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).
-
Persistir en la obra encomendada. Como Nehemías, debemos valorar nuestras tareas como “grandes obras” dadas por Dios. La fidelidad en lo pequeño prepara el camino para mayores responsabilidades (Mateo 25:23).
-
Resistir la intimidación. El enemigo busca desviar nuestra atención y sembrar el miedo, pero debemos mantenernos firmes, recordando que “somos más que vencedores” (Romanos 8:37).
-
Orar con confianza. Las oraciones de Nehemías eran breves pero poderosas. No se trata de la longitud de nuestras plegarias, sino de nuestra fe en un Dios que escucha y actúa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario