Una Palabra a las Mujeres de Dios
Antes de comenzar este mensaje, permítame hacer un breve descargo: a pesar de que yo aliento a las mujeres a moverse libremente en medio del orden provisto por Dios en sus Iglesias locales, mi objetivo es exaltar y soltar una gracia especial que Dios ha específicamente colocado en las mujeres, la cual Dios ha usado en tiempos pasados para traer avivamiento.
Las Características distintivas en el Génesis
Cuando el Señor creo a la humanidad, puso dones únicos en el hombre y otros, pero igualmente únicos, en la mujer. Le dijo a Adán que pusiera nombre a todas las especies que estaban sobre la Tierra y “todo lo que Adán llamo a los animales vivientes, ese es su nombre” (Génesis 2:19). Este acto de poner nombre a las criaturas, era mucho más que llamar al perro “Pichicho”. Adán fue creado con una capacidad organizativa y administrativa que le permitía identificar y definir el mundo que lo rodeaba. Al ponerles nombre a los seres vivientes, Adán no solo los reconocía, sino que también introducía orden y estructura a la experiencia humana. En efecto, definía la realidad.
Dentro de la genética de este primer hombre, también existían las cualidades ponderosas – pero dormidas – de la mujer. Mientras Adán descansaba, el Espíritu tomo del hombre una costilla. Modelándola en una mujer, el Señor creó una compañera para Adán. No solo era apropiada para el sino que, además, era capaz de expandir poderosamente las capacidades creativas del hombre. De hecho, la mujer trajo muchos dones al mundo de Adán que no existían previamente, como ser, la capacidad de concebir y dar a luz nueva vida.
Es importante que recordemos lo siguiente: Dios creó al varón y la mujer a su imagen, conforme a su semejanza (Génesis 1:26). En cierto modo, por supuesto, tanto Adán y Eva como individuos poseían el reflejo de la naturaleza divina. Podían pensar, hablar, soñar y crear. Pero fue, sin embargo, en la unión de Adán y Eva, en su respeto mutuo de las fuerzas y los dones particulares de cada uno, que la humanidad poseería una más perfecta expresión de la naturaleza completa de Dios.
Cuando Adán contemplo a esta primera hembra, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona” (Génesis 2:23). El término “varona” era una delineación usada por Adán, identificándola como una variedad única en la especie del hombre. Mi esposa dice, “Piensa en ella como la versión mejorada”. En cierto modo tiene razón, porque la naturaleza de la mujer es doblemente refinada. Adán fue creado de la tierra; la mujer emergió no de la tierra sino del hombre. Es más compleja y emocionalmente más sofisticada.
Pronto Adán comenzó a entender el gran poder de su compañera: la capacidad de concebir y traer vida al mundo. Reconociendo esta cualidad, Adán la llamo Eva, que significa “vida”. Eva jugaría un papel importante en los nuevos comienzos de la vida. “Ella era madre de todos los vivientes” (Gen. 3:20).
Necesitamos Avivamiento
El Señor le dio a Adán una habilidad inicial para poner nombre y establecer la realidad; también le dio a la mujer la capacidad única de concebir y luego dar a luz esa realidad. La fuerza primaria de cada género es que el hombre establece, la mujer da a luz. Recuerde: estas cualidades no son simplemente “humanas”; son reflejos de lo divino. La capacidad del hombre de traer orden al mundo, de tomar lo que esta suelto y darle definición y estructura, es una facultad divina; la capacidad de la mujer de concebir e incubar la vida, y luego soltarla a través del nacimiento, es también un aspecto de la naturaleza divina.
Note, además, que Adán llamo a la mujer Eva – o “Vida” – antes de que hubieran tenido hijos. Dios le dio a la mujer no solo la habilidad de tener hijos, sino de soltar la vida en una innumerable variedad de expresiones. De hecho, una traducción dice que Eva significa “vivificar”. Solo, Adán hubiera estado decaído; no era bueno que Adán estuviera solo. Eva vivifico a Adán en formas que ninguna otra criatura hubiera podido hacerlo. Adán podía construir una casa; Eva lo hizo un hogar. Cuando Adán llamo a Eva “Vida”, no solo le estaba hablando proféticamente a la primera madre, sino que estaba declarando su propia experiencia: Eva trajo vida a la estructura del mundo de Adán.
Estamos hablando en forma general aquí, pero cuando observamos el ámbito espiritual vemos esa misma codificación reproducida en los ministerios del hombre y la mujer. Jesús puso el fundamento de la Iglesia con doce hombres a los que llamo a ser apóstoles. Eso no significa que nunca habría mujeres en el liderazgo, sino que una de las mejores habilidades que se le han dado al hombre era la capacidad de traer orden y poner estructura. Por el mismo principio, antes del nacimiento de Cristo encontramos a Ana, la profetiza, ocupada en mucha oración y ayunos. En mi opinión, es muy posible que esta mujer no estuviera sola en su intercesión. Pienso que es probable que ella fuera líder de su ministerio de oración profética que existía con anticipación a sus tiempos.
Las mujeres superan a los hombres en intercesión, en sensibilidad espiritual y la liberación de nuevos comienzos. Pero ¡eso no es excusa para los hombres para no orar! En verdad, ¡algunos de los mejores ejemplos de intercesión en la Biblia son hombres! Estamos hablando de generalidades en referencia a las tendencias espirituales de ambos sexos. Ninguna es más importante que la otra. Ambas son absolutamente vitales para el desarrollo de la voluntad de Dios sobre la Tierra.
Hoy, nos encontramos peleando contra el avance de Satanás en muchas áreas: tanto en las guerras y los ataques terroristas o la expansión creciente de la maldad en nuestro mundo, necesitamos un avivamiento. Para tener un despertar nacional, el poder de “dar a luz” que Dios ha depositado en la mujer debe ser liberado. Todos los esfuerzos del hombre para establecer leyes y gobernar justamente no transformaran verdaderamente nuestra cultura. Necesitamos algo mayor; necesitamos la presencia de Dios derramada. Me refiero a que Dios está levantando y ungiendo un ejército de oración de mujeres, a las que se les han de otorgar un poder mayor aun para interceder ante el trono de Dios por sus familias y naciones.
Las Oraciones de mi Madre
Conozco en forma personal el poder de las oraciones de una mujer, las de mi madre. Al final de la década de 1960, yo era un joven perdido que vivía en pecado y rebeldía. A juzgar por mi apariencia, era un caso perdido. Pero a pesar de las apariencias externas, mi amada madre católica se presentaba delante de Dios por mí. En mi Resistencia, el poder divino en respuesta a sus oraciones, comenzó a acorralarme. Su clamor fue incesante e implacable; con frecuencia oraba toda una noche. Estaba embarazada de las oraciones por su hijo. En el año 1970 Dios finalmente le respondió, y durante el despertar del “Movimiento de Jesús”, vine a Cristo.
Años más tarde le pregunte al Señor por este avivamiento. Como usted sabrá, ha sido parte de mi misión ayudar a engendrar unidad y establecer movimientos de oración en las ciudades, cosas que siempre preceden a un avivamiento. Pero, hasta donde sabia, no había ninguna u oración que haya encendido el “Movimiento de Jesús”. Entonces le pregunte al Señor como podía ser que un avivamiento ocurriese sin un movimiento de oración que lo originara. El Señor enseguida me rectifico diciéndome que había habido un inmenso poder de oración: El había oído las oraciones de un millón de madres; cada una de ellas clamaba por su propio hijo.
De todas las denominaciones, en una “unidad de desesperación”, Dios oyó el clamor de esas madres creyentes. Su Corazón fue tocado, y como resultado, multitudes de jóvenes pecadores encontraron arrepentimiento y salvación en Jesús. Ese es el ejercito que Dios desea lanzar nuevamente hoy, pero ahora con mayor visión, mayor poder del Espíritu Santo ¡y con el apoyo de los hombres también!
Mujeres de Dios: el hecho es que ¡el cielo las necesita! Han sido creadas por el Todopoderoso para dar a luz la Victoria en el planeta Tierra. Dios las ha diseñado singularmente con una habilidad latente de liberar la vida a través de su intercesión. Junto con ustedes, nosotros los hombres podemos edificar y establecer, y estamos aprendiendo a orar, pero ustedes tienen un don único y especial para soltar nuevos comienzos. Sea que el centro de su oración sean sus esposos o el liderazgo de la iglesia, sus hijos, su ciudad o su nación, ustedes poseen en su espíritu la semilla que puede ser liberada con la oración para traer vida a este mundo.
Si, ciertamente hay una batalla, todavía existe “enemistad entre ti [la serpiente] y la mujer” (Gen. 3:15). Satanás las odia especialmente, porque fue su simiente la que lo golpeo en la cabeza. Me sorprende que Dios haya elegido traer su Hijo al mundo, no a través de los cielos ni a través de una mujer embarazada por un hombre, ¡sino a través de una mujer que ha concebido de Dios! ¡Dios mismo vino a la Tierra a través del poder de una mujer de dar a luz!
Hoy el Señor está dando a las mujeres una nueva gracia, una nueva seguridad contra los poderes del infierno. Por la intercesión, esas mujeres santas darán a luz poderosos ministerios sobre la Tierra, tanto femeninos como masculinos. Lanzaran nuevos comienzos para el Cuerpo de Cristo.
También quiero alabar y personalmente agradecer a las muchas mujeres que componen ministerios y grupos de oración como Aglow y Fraternidad Lidia. Ha habido muchas, muchas veces en que he experimentado una protección divina repentina, o una Victoria inesperada. Cuando le he preguntado al Señor por esto, El me dijo: “Estoy contestando las oraciones de las mujeres de Aglow” – o de las mujeres de tal o cual ministerio -. A cada una de ustedes les debo un agradecimiento especial. ¡Que el Señor multiplique sus dones hacia ustedes y les conceda los deseos de su Corazón!
Apocalipsis 12 también habla de una “mujer vestida del sol”. Este pasaje no habla solo de Israel o de la Iglesia. También revela como Dios ve espiritualmente a las mujeres: ellas son honradas y coronadas con distinción; puras y vestidas con la Gloria de Dios. Con confianza, ellas aplastan los poderes de la oscuridad. Querido ejercito de mujeres de oración, es su destino inherente dar a luz lo que gobernara a las naciones.
“Padre Celestial: vengo en el nombre de Jesús. Señor, envía las mujeres de Dios. Libera el poder de la oración, la carga y el dolor de parto, a nuevos niveles. Padre, los terroristas islámicos desde afuera y la decadencia moral desde adentro, buscan destruir nuestra tierra y nuestras familias. Necesitamos que las oraciones de un ejército sean elevadas. ¡Ayúdanos, oh Dios, a orar hasta que tu propósito celestial se cumpla tanto en la Tierra como en el cielo! En el nombre de Jesús, amen”.
El mensaje precedente ha sido adaptado de un capítulo del libro de Francis, This Day We Fight versión en ingles (publicado por Chosen Books). Publicado en español bajo el título Alístese junto al Señor de los Ejércitos Editado por Editorial Peniel Argentina.
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